Barcos de pesca ilegal

En los primeros días de este mes de agosto, aparecía en los medios de comunicación una noticia sobre el proceso contra los armadores y gestores de buques dedicados a la pesca ilegal, fundamentalmente dedicados a la captura de la merluza negra en aguas de la Antártida.

Auténticos barcos de piratas

Los buques inmersos en este proceso son el Thunder y el Tchaw, que se dedicaban a la pesca ilegal, pues lo hacían en una zona protegida, sin tener la licencia del organismo que regula ese área el CCAMLR (Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos de la Antártida) y además empleaba métodos de pesca prohibidos.

Pesca ilegal: el más absoluto y despreciable egoísmo

Este es otro caso más donde podemos ver el egoismo del hombre en estado puro, al que no le importa en absoluto los daños que pueda causar en el medio ambiente marino, ni la alteración de los ecosistemas, si a cambio obtiene un beneficio económico de ello. Sin importarle tampoco como se van a encontrar el mar las generaciones futuras.

Dificultan su localización

Estos piratas del mar emplea métodos cada vez más sofisticados para que sea difícil localizarlos, tales como sociedades pantalla domiciliadas en países no comunitarios, de tal manera que sea muy difícil encontrar a los verdaderos responsables de este latrocinio. Además las embarcaciones cambian frecuentemente de nombre, para tratar así de ocultar sus actividades ilícitas y extremadamente dañinas para el medio ambiente marino.

En este caso las investigaciones llevan a empresas domiciliadas en Galicia, concretamente en Ribeira, Vigo, Redondela y O Carballiño.

El Tchaw, barco dedicado a la pesca ilegal
El Tchaw, barco dedicado a la pesca ilegal

Son deseables sentencias ejemplares

Desde Mar Sostenible esperamos y deseamos que se encuentre a todos los responsables y que la ley caiga sobre ellos con todo su peso, de  tal manera que sirva como ejemplo para que otros «empresarios piratas» desistan de realizar actividades tan perjudiciales para la sostenibilidad de los océanos.

Joaquín Alvarez Portela

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *